lunes, 31 de octubre de 2016

Te has vendido a una sociedad vacía. Has renunciado a aquello que te hacía especial, ahora qué te queda,

noches vacías de palabras no escritas en un libro rojo que nadie leerá, entradas de conciertos pasados que ya no te inspiran barbarie desplegados por una habitación que apesta a soledad. Un abrigo azul por el que ya no entran manos nerviosas, una ciudad vestida de gris en mitad de un país que se ahoga en sus propias políticas de austeridad. Ropa que te queda pequeña entre tantas cervezas que no te hacen olvidar. Qué te queda cuando has renunciado a ser el poeta. No envidio tu vida sin prisa, esperando la muerte como los demás ni el cigarro a medias quemando el pulmón que ya no respira, drógate, no importa, ya no bombea el corazón sangre a las venas. Se escandalizarían Cortázar, Benedetti, Oliveiro, Salem, Neruda de tanta mediocridad, por haber entregado la poesía para vivir una vida corriente de noches que no recuerdas en tugurios que no te inspiran ni a vomitar el pacharán de media tarde. Dónde está el color del sur si entre tantas borracheras el sol no toca tu piel desde hace meses,

¿acaso has visto el otoño llegar?

En la Rue Martel se han hecho pedazos con la noticia, lloró una niña cuando le conté. Hay cartas que demuestran el talento y se las enseñe, - Se ha vendido - me gritaba, - Se ha vendido.



"Pero si, 
                                 Pese a todo, 
no puedes evitarlo... 

[...] entonces no te quedes conmigo"