lunes, 14 de mayo de 2018

Tengo un corazón que se conquista con poco, una muralla troyana y un caballo de blancas rompiendo un tablero. Las luces del burdel han llamado a la puerta de una niña vestida de negro y encaje, la mujer ya no sabe, el hombre no coge: se han follado a la muerte burlando con drogas a las 6 de la mañana. 

Pero Helena vuelve a casa, y falta un cuerpo en la cama, un refugio, una escolta, una copa de whisky y un sofá que vio concebir un milagro. Prometeo ya no sufre el castigo por el amor a sus hermanos, Prometeo promete que mañana  nos drogaremos menos, nos cuidaremos más, y han vuelto a encadenarlo. 

Prometeo me perdona antes de estar yo preparada para perdonarme y las cadenas no le amordazan el grito de justicia que dejaron sus actos. Amar es un acto de justicia y a él me sigo entregando.

Esta noche la copa destroza el mismo órgano que a mi pobre Prometeo le duele cada mañana. Habla el corazón que ya no escucha.

De mientras Helena vuelve sola a casa.