lunes, 28 de diciembre de 2015

"To be love enough to become real"

¿Cuántas veces está permitido enamorarse? ¿Cuántas son demasiadas? La pregunta es cuántas veces te permite cupido enamorarte antes de decirte basta y abandonar tu causa. 

Hay gente que dice que una, que es suficiente. Que el amor de tu vida llega y pasa. Y no vuelve y no habrá más. Una completa el cupo y ahí acaba. Yo hay veces que pienso que me enamoro hasta varias veces al día y luego que estaré sola para siempre. 

Que deseo que me quieran, tal vez es cierto. Que me han querido todo lo que se puede querer también lo es. 

Creo que me trató mucho peor de lo que me merecía, creo que le traté mucho peor de lo que se merecía él, el problema es que lo hicimos a destiempo. Nos quisimos a destiempo. Nos odiamos a destiempo. Éramos lo que estaba destinado a nunca ser. 

Quizá esté cerrada ante la posibilidad de que aparezca alguien en mi vida, igual es verdad que lo rehuyo y lo rechazo, pero cuál es la esperanza si nadie va a querer nunca este desastre con tanta intensidad. Si sé que me entregué demasiado y no debería jamás entregarme de esa manera, para qué dejar la puerta abierta, no me espera nada ahí fuera que encarne tanta locura, aquella belleza de la guerra. 

Tal vez si le perdonase, o si me perdonase a mí misma por tanta tortura. Pero perdonar no es fácil. Y ahí seguimos trabajando. 

viernes, 11 de diciembre de 2015

Del gris al negro.

Me he metido en un pozo oscuro del que hoy no sé si quiero salirme.

Han sido tantos días de hiperactividad, que quizá ahora todos los trocitos de tristeza que se distribuyen uno a cada día, hace tantos días seguidos que llevo sin sentirlos, que han decidido venir a visitarme juntos hoy. Llevo todo el día con la lágrima en el rabillo del ojo, una desazón profunda.

Días en los que nada te apetece, son de esos en los que no brilla el sol porque está muy lejos: a unas 50 calles de mi casa, escondiéndose en el único río madrileño que hoy suelta un frío gélido, terrible.

Pesa, pesa como hormigón este desconsuelo que no me deja retener las ganas. Es de esos días en los que no puedo dejar de llorar no importa cuan fuerte lo intente, en los que me siento desgraciada hasta por ser feliz y que desearía que todo se acabase.

Mi sol hoy sería una palabra, pero en realidad no la quiero, ya no la quiero, no, los rallos del sol no me sirven. No los quiero.





No me acuerdo de vos, tengo muy mala memoria, ¿quién eras? ¿El marinero de Toronto Star, el de la Habana Maru, el astronauta enamorado de Benedetti? No me acuerdo. La esperanza tan dulce, tan pulida, tan triste, la promesa tan leve no me sirve. No me sirve tan mansa la esperanza, la rabia tan sumisa, tan débil, tan humilde, el furor tan prudente no me sirve. No me sirve tan sabia, tanta rabia.

No me quieras. Por favor no me quieras, no me quieras, no me quieras.”


martes, 8 de diciembre de 2015

Bares, historias

Trabajar en la noche tiene algo especial, el variopinto marco de gente que pasa por tus manos en menos horas que las que tardas en entrar y salir de la facultad. En ese pequeño bar de la calle Ponzano, con su estilo moderno y sus gentes de traje pidiendo copas con sabores amargos escuchas en la barra las vidas de más desconocidos que conocidos, las confidencias más vergonzosas que se cuentan entre alcoholes y con amigos. Eres cómplice de las infidelidades y de las nuevas historias de amor que comienzan con una cita y dos cervezas, el amor prematuro de la juventud y el matrimonio de bodas de plata que permanece junto frente a las tempestades del tiempo. Formas parte sin quererlo de las rupturas desgarradoras que separan la vida de dos personas para siempre. 


Sirves comida al político egoísta y a su mujer abandonada por la carne de pechos más jóvenes, y a veces, sin haber cruzado nunca una palabra te sientes parte de la vida de los que ya son clientes habituales con la necesidad, casi la obligación auto proclamada de aconsejarles en sus desventuras diarias. 

Ser camarera tiene algo más que ver con la sonrisa que con la elaboración coctelera, estar sin estar, oír sin escuchar. Guardar secretos

domingo, 6 de diciembre de 2015

Goodnight.


"Love is a form of prejudice. You love what you need, you love what makes you feel good, you love what is convenient. How can you say you love one person when there are ten thousand people in the world that you would love more if you ever met them? But you'll never meet them. All right, so we do the best we can. Granted. But we must still realize that love is just the result of a chance encounter. Most people make too much of it. On these grounds a good fuck is not to be entirely scorned. But that's the result of a chance meeting too. You're damned right. Drink up. We'll have another."
C.B

jueves, 3 de diciembre de 2015

Batallas

Me dicen que soy una persona difícil de conocer, que cambio mis argumentos regularmente, que no sigo líneas rectas y es que las líneas curvas me parecen más perfectas. Discutíamos, demoledoramente, a gritos, a medias, a rastras nos encontraba la noche y el sueño, me gusta discutir. Siempre me ha gustado, es por la adrenalina y por la fluidez con la que salen las palabras como una tormenta de ideas que se pisan unas a otras. Me encanta discutir y que se me rompa el corazón y sentir esa angustia en el estómago, llorar a mares, gritar a voces, otorgar callando. 

Me gusta como la niña que soy diariamente se retuerce y se enrabieta, como me cambia la postura, con los hombros atrás, la barbilla alta, la mirada encendida de rabia, la voz ronca en esas palabras que te salen de dentro no porque estuviesen premeditadas sino porque nacen y necesitan morir en tus oídos. La adrenalina.

Y eran momentos magníficos, como dos bestias levantadas que chocan y hacen temblar el suelo, toda la grandeza en un momento. Si te demostraba que te quería, era en aquellas peleas.

Fue espléndido, pasional, conmovedor. También lo fueron los momentos de dulzura, el primer beso en el portal de Sabina, el primer beso con testigos: la primera declaración de amor fue sin palabras.

Gracias por haberme dedicado tanto tiempo, por haberme echo tu musa y hacerme sentir única, bonita. Gracias por las horas, por sonreírme, te agradezco que hayas sido mi cómplice y sobretodo mi confidente. Por enseñarme el auténtico significado de la ternura.

Gracias por discutir conmigo, nuestra guerra fue mi vida.



miércoles, 2 de diciembre de 2015

337 left.


Me despierto cada mañana rebelándome contra las ganas de hundirme en la cama y desaparecer tras un bote de somníferos, paliar el daño, mi vida por la vida que te he quitado. 

Pero me rebelo y me levanto, y me hago el café y las tostadas, me doy una ducha me subo los vaqueros y me armo de valor para salir por la puerta de casa. Y salgo, y lo curioso es que salgo y fuera hace sol y quizá el mundo no sea tan malo y una señora me advierte del bolso abierto y quizá no toda la gente sea tan mala. 

Y cuando estoy a punto de convencerme del valor de la vida apareces. Con tu mirada triste con tus ganas de no hablar. Apareces cuando me estoy curando y me rasgas los puntos que le he puesto a la herida, me destrozas. Aunque no lo quiera, aunque quiera más de lo que tu puedas darme, me rompes hasta en días en los que creo volver a enamorarme de la vida.

Hay hormigueo en la mejilla derecha donde debería estar tu jersey, conozco el tacto de tu cazadora por dentro donde colocaba las manos al rededor de tu cintura para calentarlas del frío, el abrazo que nos dábamos todos los mediodías, es la misma sensación que tenía hace 7 meses, cuando esperaba que todo el mundo se fuese y agarrarte con las ganas de toda la mañana. Así, los recuerdos se esfuman pero los que son de necesidad, (el tacto de ese abrazo) se empeñan en torturarme. No me sientas bien, no me gusta. No es justo que me rompas, no es justo y no lo quiero, solo quiero ser feliz y contigo no puedo. 

Ya no quiero levantarme, hoy has vuelto a robarme la sonrisa.