jueves, 29 de octubre de 2015

Estrellando el whisky en la pared ...

...  por verte sonreír he vuelto yo a perder. y es que, no he sido capaz de escribirte en estos días, por si acaso. Por si acaso me lees y te hago daño, por si acaso me rompo en mil pedazos si sigo con esta estupidez de hablarte sin saber si escuchas, por si acaso alguien repara en esta locura y me lleva lejos a curarme de mi demencia. 

Sin embargo hay una idea que no deja de merodear en las grietas del muro que pongo para no pensarte, el día de tu cumpleaños (y aún queda) quizá te dejé en el buzón un regalo, quizá mande a un mensajero o se lo deje a tu portero. Sé de la soledad de tus aniversarios tanto como de tu frustración con los regalos, así que hay días, en clases de manual o de conferencias eternas en los que me quedo mirando a un punto fijo y te siento a la espalda observando mi nuca en que planeo el golpe. De momento, va ganando ese nuevo disco que es poesía, que sale este mes y que sé que quieres. Pero tu y esa obsesión de tenerlo todo aunque no quieras nada me hace pensar que lo tendrás de antemano, por eso barajo la posibilidad de dejarte el ticket o tal vez le pida a mis compañeros de piso que son los únicos que saben de esa insensatez mía de todavía quererte, que te escriban que lo puedes cambiar, devolver o romperlo en mil como conmigo. 

Busco la manera de que no sepas que es mío, de que sonrías en tu cumpleaños solo un poco, pero  imagino que haga lo que haga, un regalo sin firmar, supondrás que es de quien aun te recuerda. A veces pienso mandarlo todo a la mierda, que más da que lo sepas, que más da si aun no quiero dejar de sentir que tu recuerdo me abriga, puede que te deje escrito este blog en un rincón del sobre, escrito pequeño para dejar a elección del destino que repares o no en ese rincón y me vengas a leer, hacerte un poco de daño, descubrir las cartas, dejarte saber que te sé. 

Buscar en ti una reacción como las que tú me despiertas con tus palabras pero no, por verte sonreír, he vuelto yo a perder. Y aunque me griten las ganas, sé (porque te sé) que así estás mejor.



domingo, 25 de octubre de 2015

El poeta lleva el ritmo en los pies, se sabe mover.


No sé si me temblaban más las palmas o la voz, la gente gritando aclamando al mejor mc de España. He visto lágrimas correr en rostros emocionados de sentir en la palma de sus manos el ritmo de su dios. He visto a un tío llorar por amor, a una tía marcar sensación cada vez que levantaba la mano al son del bajo. He agarrado la cadena de mi collar de plata, te he sentido ahí. No te visto pero sentí tu emoción, la euforia cuando recogió en dos versos nuestra historia. Ay… si del mundo yo tuviera el timón…

Se palpaba el calor de la gente, el humo en el ambiente la vibración en el aire pero venía de las voces de la arena, puedo jurar que todo aquello era arte. La piel de gallina con los versos de un pionero de la lírica, el brillo de los ojos en las gradas quería gritar “deseo más, necesito más, dame más”. 

Se acerca el final…


…ahora tiemblan el suelo y la barandilla a los que me tengo que agarrar. Dame más. Más. Más. Pero se acaba.







Son las 3 de la mañana y me he puesto a escribir sola en la cama. Te he tenido en mi pecho, esta noche y todas, cuando en el canal del pecado cuelga el símbolo de Lisboa y del verano. Y aunque no te he visto me ha sobrecogido saber que tenías los ojos inundados en lágrimas de admiración, de todo lo que sé que te inspira. 

Son las tres de la mañana y en esta equidistancia entre ayer y mañana, quería dedicarme el lujo de decirte que ha sido increíble. Joder como voy comprendiendo tu pasión.

jueves, 22 de octubre de 2015

A partir de la segunda primera cita.

Te propongo una locura, una de verdad; de las alteran el orden de la vida. Te voy a proponer un cambio temporal: tu y yo nos conoceremos mañana por segunda primera vez, yo me acercaré a ti con actitud chulesca y tu caerás cual cordero en mis encantos. Saldremos a cenar (una hamburguesa y un par de cervezas), y me contarás del asco que le tienes la vida, de tus experiencias en el frente, la sensación de unidad con media cara cubierta delante de un escudo que dice “perro del sistema” . Sacaremos un par de trapos sucios a modo de advertencia: “esto es lo que te espera” pero tu no quieres hacer trampa y a mi no me gusta que me cuenten desenlaces.

Tú me invitarás a dormir, yo te haré la cena. Te besaré en la azotea, me quitarás la ropa en un hotel, le inyectaré cafeína a las cenas que vengan, nos quedaremos madrugadas leyendo clásicas novelas, debatiendo los límites de la política y nos juzgarán despiertos el humo del tabaco y un gato en su sillón.

Otros días yo te gritaré con fuerza, tú me besarás diciendo que sientes no poder cambiar la vida pero que podemos limar nuestras diferencias entre almohadas y sin prisa, esconderé los argumentos en los pliegues del cuello de tu camisa y a la mañana siguiente se irán los lunes, despertaré calmada y saldrá el sol.

Cuando pase el tiempo y la tempestad se vuelva calma y las mariposas rutina, saldré un día sin previo aviso a buscar la sensación de adrenalina, expontaneidad, incertidumbre. Pero te encontraré a ti fumando en el banco de un parque tarareando nuestra canción, te preguntaré, dirás que saliste a tomar el aire, que también te perdiste. Te llevaré a casa y por primera vez descifraremos lo que es volar haciendo el amor. Ese día fumando en tu espalda dejaré de buscar la perfección en la calle. Serás el punto final de mis finales.




Hoy en la puerta del bar donde escribiste los primeros 4 poemas. Propósito de jueves : mañana no te escribo. 

miércoles, 21 de octubre de 2015

No hace falta marchar para encontrarse.

Viendo atardecer a kilómetros del suelo me sorprende el vacío que se ha ido formando, tantos días, tantos meses perdidos, tantas horas muertas, tantas decisiones de verano mal tomadas.

Ya en el aire he dejado atrás mi lugar favorito, lo sabes ¿no?: los aeropuertos.

Suena más romántico decir que lo fuesen las estaciones de tren porque tienen una concepción del tiempo distanciada y retorcida, marcada por esos enormes relojes de pared que jamás se mueven si los miras. Porque las vías del tren reflejan la luz que cruza los cristales en unos tonos marrones únicos o porque el polvo que flota en el aire parece una nebulosa que pronto te transportará a un lugar diferente, a un tiempo diferente. Porque adentrarte en los vagones de esos trenes puede cambiarte la vida. Suena notablemente más romántico.

Sin embargo, los aeropuertos tienen algo desgarrador, algo frío y calculado, sus pasillos no infundan romanticismo pero te aseguran que no saldrá el mismo cuerpo andando de esos azulejos, no saldrá el mismo corazón por la puerta de llegadas, y lo más importante: te abre la posibilidad de paisajes únicos, te hace promesas de lejanía, de aventuras, de esperanza. Te puedes enamorar en el aeropuerto y llevar tu amor al lugar más remoto del mundo para cuidarlo o despecharlo: cualquiera de las dos será inolvidable para ambos. Pero también puedes ir solo, comprar un único billete y en tu propia lejanía huir de “casa” o encontrar tu casa.

Luego estoy yo que ya no lo necesito, que enamorada de los aeropuertos más que de las personas he caído en la temerosa red que despliega tu cuerpo, y ya solo ahí me encuentro a salvo. Voy a tener que llevarte de equipaje, a pelear con azafatas para que no te facturen y no correr el riesgo de perderte, llevarte conmigo a mis próximos destinos y compartir contigo la fascinación por las puertas de “salida”. Dicen que no se puede tener todo en esta vida, pero ríete del mundo porque yo, sin quererlo, sin esperarlo, me he cruzado con la ridícula solución para cruzar medio mundo y sentirte siempre en casa: en tus brazos está esa manta que espanta el frío del invierno que se acerca, en tu espalda la cama más confortable de la más exclusiva suit de lujo, en tus ojos el espejo en el que siempre estaré radiante, y entre tus piernas está el placer de cada noche donde me recuerdas que no existen excusas para no encender una llama.


Por eso mientras en tu corazón siga estando yo, tú serás mi hogar. Serás mi casa.


Coco.


La carta suicida que no llegué a mandar el pasado Septiembre (2014). Siguen aflorando entre papeles tantos textos que eran solo para mí.

martes, 20 de octubre de 2015

Un punto y a parte

Hay que tener agallas para nadar contra corriente, las he necesitado reunir durante semanas para ignorar a la razón y dejar a mi corazón hacer un poco el capullo. Ahora sé que no volveré a abrir el abanico ya elegí una opción y la llevé a cabo. Me he plantado delante tuya para romper el silencio que nos cubría, me has llamado la atención por ser tan testaruda. Qué le voy a hacer si hay cosas que no cambian.

He recibido otra bala en forma de rechazo, me he cubierto con el escudo de la resignación. No negaré que necesité esta mañana más control sobre mi cuerpo del que nunca pensé que tendría para no inclinarme más y luchar contra la atracción que aun siento si te tengo delante. Centré la mente en mantener mis dedos quietos hasta que me hice muescas en la rodilla, no los acerqué a tu mano rompiendo un límite por el que me hubieras odiado. No volveré a llamarte, no volveré a tocarte, no volveré a forzar la despedida. Sé todo lo que necesito saber, que te quiero, que me quieres, que nos marcamos las vidas cruel y maravillosamente, pero que nos ganó más el miedo y que hay guerras que no se pueden ganar.

Hoy, cuando deje de temblar me quitaré la ropa, me meteré en la ducha y espantaré un poco esta sensación de vacío. Hoy comienza otra fase en la que aprenderé a hacer sola las cosas que hacía contigo, no quiero guardar en un cajón mis sitios preferidos de Madrid ni no tocar algunos libros, no tengo malas palabras para ti, fuiste y sé que siempre serás la sorpresa, la imprevista apuesta ganadora, mi lado más bohemio, más sencillo y más bonito.

En lugar de huir del recuerdo voy a dejar que me acaricie, haré las paces con él en lugar de esconderlo, le pediré consejo, me dará lecciones y quizá algún día sepamos convivir ambos: mi presente y mi pasado.


lunes, 19 de octubre de 2015

Mío. Tuyo. Nuestro.

La cuestión de la propiedad es complicada, determinar hasta dónde alcanza la influencia de un ser humano sobre otro es complicado. 

Una feminista diría que la propiedad de un hombre sobre una mujer no debería existir, pero no me convencen.  ¿Y la propiedad de una mujer sobre un hombre? Yo le considero mío. 

Y si las cadenas nos las ponemos a nosotros mismos (me las puse yo como se las puso él conmigo), de forma consciente, voluntaria y de buena gana, entonces si es así yo quiero vivir encadena a su pecho. 

Las esposas , que agarran de forma imaginaria tus muñecas no son más que el resultado de la confianza extendida a todos los ámbitos de la vida de la persona con la que compartes tu vida o intentas hacerlo, son las palabras que las forjan, los recuerdos que las enfrían y las hacen endurecer hasta hacerse frágiles pero sólidas. 

A tu compañero, sin palabras le prometes no echar a volar y acabar en otro nido, no echar a volar y desde el aire arrojar todos los secretos que en confidencia habéis contado, la propiedad es eso, es permanecer de forma voluntaria en el poder que tiene el otro para destrozarte la vida y olvidarte de que tal disposición fue voluntaria para dejarte hacer y ser. Y es real, es real hasta que se expresa abiertamente que has roto las cadenas que te unen a su cuerpo, ahí ya no hay nada que hacer. 
Se echa a volar, sin compañero.


"-Tengo dueña? -Si, -por qué? -Porque me moriría si te veo con otra, porque te quiero y eso me da cierta propiedad sobre ti, porque creo que me quieres y eso me hace un poco más propietaria de ti"



Otro secreto relato que se escribió junto a un gato que por la mañana me hablaba de ti.

domingo, 18 de octubre de 2015

360

Suena a cuento pero a veces creo que me lees. Y es que cojo el ordenador en tardes de domingo como hoy, con la manta, los cojines y una taza de café amargo para abrir el buscador y escribir esa breve frase que tanto nos caracteriza y da nombre a tu blog (busco ese dolor dulce y agudo que me hace sentir viva cuando te acuerdas de mi… Qué suicidas mis métodos).


Repaso las frases de tus actualizaciones y creo que me lees porque me parece imposible que utilices para tus textos los mismos recuerdos, casi las mismas palabras que yo, y es que sé que no conoces de este sitio donde te digo todo lo que no sé decirte cuando más necesito desahogarme, que sino podría llegar a pensar que tú también espías mis días y en tan estrafalario pensamiento podría llegar a tan equivocada conclusión.