Aun me imagino como sería que hubieras cruzado costa a costa para venirme a buscar: me imagino en frente tuya en uno de esos
días que me pongo guapa, me calzo los tacones y pretendo salir a bailar.
Te
imagino esperándome en la puerta de casa con el cigarro en la boca y las manos
mojadas del sudor, te tiemblan las piernas y sé que te temblaría la voz. Salgo
de casa y estás allí y de golpe y de frente me miras: me rompo. No de forma
metafórica y romántica sino de una forma más realista, se me desgarra el pecho, me rompo en dos y tengo que inclinarme hacia delante antes de rozar
las rodillas en el suelo, imagino mi vestido roto por la aspereza de la calle y
mis manos en el rostro para que no me veas las facciones desencajadas.
Imagino
como sería verte de nuevo porque decidieras que yo estoy hecha para ti. Date cuenta: dejo mi mente volar, te imagino volver e
imagino que me rompo, no sonrío ni te abrazo, caigo al suelo con la mano en el
pecho como si pudiese agarrar el corazón y evitar que los pedazos se
deshiciesen como se deshace mi maquillaje por las lágrimas que no brotan con
delicadeza sino como un grifo abierto. Sé que gritaría y me imagino gritando como la
última vez que te fuiste. En realidad imagino la escena algo similar, porque tú
volviendo a por mí después de este tiempo sería como una segunda partida.
Y de
esa no me sabría salvar.
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